‘Amarás América’ te regala una noche de ensueño en Al Sur

Atardecer de ensueño en 'Al Sur'. Foto: M. M.

Atardecer de ensueño en ‘Al Sur’. Foto: M. M.

¡¡¡Hola a todos!!! Leer ‘Amarás América’ tiene premio. ¡¡¡Algún consuelo tiene que tener llegar a la página 400!!! Felicidades a todos los que ya lo habéis conseguido. ¡¡¡Gracias por llegar hasta el final!!! Quiero compensar a todos los que habéis apoyado este proyecto brindando a todos los lectores la posibilidad de disfrutar de una noche de ensueño en un hotel con encanto: Al Sur, en Calabardina (Águilas), uno de esos lugares que hay que conocer porque ayuda a despejar la mente y a destensar los cuerpos. Será una noche para dos personas e incluye una sorpresa a la americana y desayuno.

Todos aquellos que queráis participar en este concurso tenéis que enviarnos una fotografía leyendo ‘Amarás América’ al correo electrónico amarasamerica@gmail.com, o a la cuenta oficial de Twitter del libro @amarsamrica o en Facebook: http://www.facebook.com/manuel.madrid.583 ¡¡¡Esperamos tus fotos!!!

¡¡¡EL GANADOR Y SU ACOMPAÑANTE PODRÁN DISFRUTAR DE SU PREMIO CUALQUIER FIN DE SEMANA DEL MES DE JUNIO DE 2014!!!

El sorteo se realizará en Murcia en un acto público el sábado 31 de mayo de 2014, a las 18.00 horas. Hasta ese día podrán recibirse las fotografías. Los que ya las habéis enviado no os preocupéis porque ¡¡¡¡ya estáis en el bombo!!!! Todos los nombres se depositarán en una urna y una mano inocente, a la vista de todos, extraerá la papeleta con el nombre ganador. Estáis todos invitados a participar. Recordad: leer ‘Amarás América’ tiene premio. Este será un regalo especial, y el afortunado y su acompañante recibirá un trato especial durante su estancia en Al Sur, por cortesía de Sonsoles Paradinas, empresaria de éxito que cambió Hondarribia por Águilas. Ella os explicará por qué…

Aquí os dejo un enlace de la entrevista que tuve el placer de hacerle a Sonsoles en julio de 2013 y que apareció publicada en la sección ‘Estío a la murciana’, en La Verdad:

http://www.laverdad.es/murcia/v/20130808/local/region/cualquiera-asoma-balcon-siente-201308060104.html

Panorámica de Águilas. Foto: M. M.

Panorámica de Águilas. Foto: M. M.

«CUALQUIERA QUE SE ASOMA A MI BALCÓN SE SIENTE FELIZ»

 Sonsoles Paradinas                                                                                                       Gerente del hotel Al Sur de Calabardina

El dragón de piedra reposa y una brisa idílica peina su cresta verde y amarilla. Un gran espartal impera en el horizonte de Cabo de Cope; de un lado, la Torre del Santo Cristo, sin indicios de piratas ni berberiscos; de otro, el pueblo de Calabardina, salpicado de azul y blanco. En la parte alta del cerro, Sonsoles Paradinas Mohedano aguarda en su casa moruna. El portón índigo de Al Sur tiene truco; es de esos que tienen cerrojo con bloqueo. Enseguida responde al primer toque de aldaba. Sale al encuentro un perro de agua de romagna. Pone el hocico en mis pies (y me río, como un primate, por las cosquillas). «Lanas, bonito, ¡sé respetuoso con el invitado!», le regaña. El patio del hotel produce cierto encantamiento. No parece real. El mar de fondo, las buganvillas, los bancos de roca, las alfombras bereberes…, aquí todo induce al sosiego. ‘Lanas’ trota entorpeciendo mi paso. Y ella, larga y relajada, se encamina hacia el salón para cerrar todas las ventanas. No quiere que el viento estropee la conversación.

-Me recuerda a Sidi Bou Said y a las colinas del golfo de Túnez.

-¡Pues estamos en Águilas!

-Ha sido una ligera ensoñación…

-Puede ser. Te diré que estuve a punto de hacer este hotel a 13 kilómetros de Tánger, en una ciudad preciosa, Asilah, con kilómetros y kilómetros de playas. He ido mucho allí. En navidades estuve 10 días en una casa. Es de una belleza natural apabullante. Pero descubrí que la vida para una mujer sola en Marruecos es muy complicada.

-No le van las ataduras.

Con lo independiente que soy, al final pensé que en Marruecos no iba a ser libre siempre con alguien que me estuviera protegiendo.

-Y cambió Asilah por Calabardina.

No fue exactamente así. Yo llegué a Águilas tras una ruptura amorosa.Tenía un restaurante en Hondarribia con mi ex, Ramón Roteta [figura legendaria de la nueva gastronomía vasca]; él llevaba la cocina y yo el comedor. Cuando nos separamos me quise quedar con el restaurante, pero era complicado, porque llevaba su nombre. Él ya estaba con otra pareja, no podía soportar verme con nadie, la convivencia era horrorosa, y llegó un momento en que me dije: «¡Me tengo que ir de aquí!».

Torre de Cabo Cope

Torre de Cabo Cope. Foto: M. M.

-¿Había estado ya en Águilas?

Nunca. No sabía ni dónde paraba en el mapa. Tengo un amigo íntimo, José María, que fue de los primeros periodistas que aterrizaron en El Hornillo. Formaba parte de un grupo al que llamaban ‘Las cuatro plumas’, porque eran cuatro, y al rebufo fueron viniendo periodistas de Madrid y se hizo una colonia grande e importante. Era precioso. Había mucha vida social, con un premio de poesía, bastante música y los veranos aquí eran fabulosos.

-Paco Rabal ya veraneaba por aquí.

-Claro, tenía la casa ahí abajo, pero esa gente de la aristocracia cultural de Madrid no iba a su casa, porque Paco era muy rojo y venía aquí a refugiarse; se iba a los chiringuitos y se divertía jugando al mus con los lugareños diciendo barbaridades.

-Y en ese momento de crisis personal se enamoró de este lugar…

-Estaba fatal. Imagínate. Dejaba mi negocio, mi casa. Yo tenía que dejar mi vida. Y mi amigo José María me invitó aquí y no lo dudé. Fui desde Fuenterrabía a Bilbao, cogí un avión a Alicante, y allí alquilé un coche y llegué aquí de noche. No me gusta nada conducir y recuerdo que por las cuestas de la Zerrichera maldecía el momento en que acepté la invitación.

-Y lo que halló no le desagradó.

-El primer día no me gustó nada, pero al día siguiente amanecí en la playa de Las Delicias, en un noveno piso, y me fue entrando el Mediterráneo. Empecé a venir de vez en cuando, y me vine para acá. Tuvimos que vender uno de los negocios para que Ramón me diera mi parte, y fue muy duro porque en las parejas cuanto más dinero hay es peor. Y cambié el norte por el sur. Tenía 47 años entonces.

-Una buena edad para emprender.

-No hay edad para empezar ni para terminar. ¡Para hacer las cosas solo hay que querer! Soy la mediana de nueve hermanos. Y la mediana de nueve hermanos o se espabila o se la comen los de arriba y los de abajo.

-¿A qué se dedicaban sus padres?

-Mi padre era ingeniero industrial y tenía un puestazo en General Eléctrica en Bilbao. Mi madre era ama de casa. Nos cuidó una señorita de compañía, y siempre ha habido en casa mucha cordialidad. Mis padres eran de Ávila y pasábamos los veranos, esos de dos meses y pico, en una finca que tenían en Ávila, y aquello era una liberación, descalza, triscando con las cabras y las ovejas. ¡Yo me sentía feliz con tal de estar en horizontes abiertos!

Cabo Cope. Foto: M. M.

Cabo Cope. Foto: M. M.

-¿Esa sensación de libertad es lo que le atrapó de Cabo de Cope?

-Sí, sí, sí, me ayudó a encontrar la libertad en mí misma, sin ella no eres nadie. Yo aquí no conocía a nadie. Pero a mí sí me conocía mucha gente en Madrid. A los tres meses de abrir el hotel estaba en la prensa nacional. Y me conocían de los 14 años en el restaurante de Fuenterrabía. Yo he estado en casa de Ferrán Andriá en El Bulli cuando Ferrán aún no había aterrizado allí; somos íntimos amigos de Arzak, de Arguiñano, de Pedro Subijana, de Berasategui, de los hermanos Arbelaitz… Andoni Aduriz ha estado en mi casa cinco años, llegó allí sin saber nada. Cuando subo a San Sebastián suelo ir a comer un día con él.

-¿Salió fortalecida del cambio radical que dio a su vida en Murcia?

-En Calabardina he ganado muchísima paz y he aprendido a vivir. Aquí conocí a Flora y Félix, de El Tuareg. Yo venía de un establecimiento con Estrella Michelin y montamos un restaurante con cuatro perras y empezamos dando cenas. Y en invierno hacíamos bodas de 300 y pico invitados. Alquilé un apartamento, y fue un exitazo.

-Al Sur fue el primer hotel con encanto que abrió en la Región y con él hizo realidad un sueño.

-Desde pequeña quise tener un hotelito. Durante el tiempo que estuve en el apartamento di mil vueltas para buscar un sitio para que cuando cobrara el dinero del restaurante lo pudiera invertir. Y es verdad que soy un poco gitana, porque si estoy en un sitio que me gusta me quedo a vivir. Me adapto bien, siempre y cuando haya mar.

-Ahora vive enamorada del Cabo.

-Hay lugares con mucha energía y éste es uno. La gente lo siente así. Hay una mezcla importante de minerales, y vas paseando y vas dando patadas a piedras de cuarzo. Y la luz que hay aquí es pura energía. Cualquiera que se acerque al balcón de mi casa en algún momento del día se tiene que sentir feliz. La gente me decía que estaba loca por quedarme aquí, y a veces me harto y me aburro, pero me ha compensado mil veces la obra y hacerlo yo todo. Yo me obligué a abrir en un año y lo conseguí. Fui a dos ferias y cada vez que iba por ahí traía más cosas.

Vista de Cabo Cope desde una habitación de Al Sur. Fotografía: M. M.

Vista de Cabo Cope desde una habitación de Al Sur. Fotografía: M. M.

-Tiene alma de un ‘riad’ marroquí.

-Casi todas las cosas me las he traído en una camioneta 4×4 cargada como cuando vienen los moros de vuelta de Marruecos, con mantas, lámparas, alfombras, cuadros… ¡Así estoy con el hombro, que no lo puedo ni mover! Porque he trabajado como una burra. Desde el 81 en hostelería. No tengo hijos, pero me he demostrado que soy capaz de montar un negocio y sacarlo adelante yo sola, estar en sitios que no conocía de nada… Estoy a gusto conmigo misma, puedo vivir en una casa maravillosa, grande o chiquitita, pero con el mar cerca.

¿Qué hizo al conocer la sentencia del Tribunal Supremo que, siguiendo los pasos del Constitucional, declaró nula la Actuación de Interés Regional para «el mayor resort del Mediterráneo» en la costa virgen de Marina de Cope?

-(Da un respingo en el sofá) ¡Lo celebré abriendo una botella de cava! Y me llamó muchísima gente para darme la enhorabuena.

-¿Se considera una activista?

-No soy activista de carné, pero he participado en muchas manifestaciones. Cada vez que veo una moto por el Cabo estoy siempre llamando al Ayuntamiento y al Seprona, pero no me sirve para nada.

-¿Qué le quema?

-La poca sensibilidad, la indiferencia, que se siga apostando por el ladrillo. Parece que no ven lo que se ha hecho con el resort de la isla del Fraile, que ha sido un desastre y no van a terminar de hacerlo. ¿Para qué? La playa Amarilla, enfrente del Fraile, la han fastidiado. Llevo ya muchos años enrabietada. Sé que aquí tienen de mí una imagen de roja y comunista…

-¿Se corresponde con la realidad?

-Para nada. Jamás he pasado la mano por el lomo de nadie. Pero siempre he estado en disposición de ayudar a quien haga falta para cuidar del parque natural. ¡La última vez que vinieron a limpiar aquí fue en las Cruces de Mayo! Y pagamos mucho de IBI y basuras.

Puerta de entrada al paraíso de 'Al Sur' (Calabardina, Águilas)

Puerta de entrada al paraíso de ‘Al Sur’ (Calabardina, Águilas). Foto: M. M.

-¿Qué imagen se llevan los turistas que vienen a la Región?

-Una imagen muy pobre porque no acaba de arrancar. Noto un cierto complejo de inferioridad, cuando en la Región hay gente estupenda y lugares maravillosos, pero aquí parece que solo existe La Manga.

-¿Al murciano le resbala todo?

-Aquí a la gente le están echando la mierda en la cabeza y dicen: «Ay, me están echando mierda». Pero no se preguntan: «¡¿Quién está echando mierda?!». En el norte somos más guerreros y admitimos menos las cosas malas. Y a base de educación las cosas se arreglan. Pero ya no se hacen campañas de concienciación para que se mantengan limpias las playas. En el turismo hace falta profesionales. No soporto la mala educación ni la falta de cultura mínima. Aquí da igual protestar, pero en otros sitios no.

-¿En qué lugares ha sido feliz?

-En La Antigua, en Guatemala, la pena es que no tenga mar; Estambul es mi pasión; me gustó muchísimo la gente de Los Ángeles, nada que ver con el estereotipo americano; me encantan los países de Centroamérica porque la gente se ríe, hay mucho contacto. Europa ya parece un continente caduco.

-¿Qué ha aprendido en los viajes?

-Que el mundo es muy grande y que peligro solo hay en ti mismo. He viajado sola por Egipto, con un chófer, y no me ha pasado nada. Soy muy respetuosa cuando viajo, no se me ocurriría ir enseñando las tetas o las piernas. La primera vez que me quedé sola en Asilah y quise salir a la panadería, pisé la calle y me acojoné con el silencio. ¡Solo se oían pasos! Me entró una llorera… Pero te tienes que asomar al mundo, y nunca me he sentido en peligro, aunque no soy tan lanzada como parezco. No soy una ‘locatis’, tengo los dos pies en la tierra.

-¿Se ve para siempre en Águilas?

-Mucha gente me pregunta que qué hago yo aquí. También me han dicho que tengo una casa maravillosa en el lugar equivocado. Y eso me ha dolido muchísimo, porque yo amo Calabardina, y a lo mejor en el fondo tienen razón. Ahora, en ningún sitio como en Cabo de Cope he visto puestas de sol tan hermosas, algo que hablo siempre con Asunción Balaguer; me quiere mucho y cada vez que puede se queda aquí. ¡Qué feliz me hizo su premio Max por ‘Follies’!

-¿Cuál es su mayor placer?

-Lo más importante para mí es pagarle a Nicolasa todos los meses. Ella es mi ONG, la tengo todo el año conmigo. ¡Y atarme el pareo y bajar a las rocas a bañarme con mi perro!

FIN

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