Neuza y los guacamayos de color amarillo (Brasil)

Teresa Luengo, Miriam Nogueira, Neuza Jordao, Manuel Madrid y Alessandra dos Santos. Volta Redonda, 2006.

Teresa Luengo, Miriam Nogueira, Neuza Jordao, Manuel Madrid y Alessandra dos Santos. Volta Redonda, 2006.

«Nuestra relación con Neuza Jordao empezó el día que llegamos a Volta Redonda. Almorzamos en su casa, un pequeño chalé en un barrio residencial al cuidado de una señora recia como una oliva negra, Abigail, la cumplida ama de llaves, siempre embadurnada de harina y con las manos en la masa, como diría Joaquín Sabina. Al entrar en la casa no supimos adivinar quién era la dueña. Un gentío bullía alrededor de la parrilla y de la televisión, donde estaba a punto de comenzar el partido de fútbol que enfrentaba a Brasil y Ghana en los octavos de final del Mundial de Alemania 2006. Por sus camisetas calamos la devoción a la canarinha. Los únicos que no parecían guacamayos de color amarillo éramos los dos tímidos murcianitos. El recibimiento fue como un masaje a diez manos. Nos traqueteaban y gastaban palabras con una celeridad que tumbaba cualquier tentativa de respuesta.

La periodista Teresa Luengo y la doctora Neuza Jordao, al llegar a Volta Redonda. 2006

La periodista Teresa Luengo y la doctora Neuza Jordao, al llegar a Volta Redonda. 2006

Allí estaba parte del equipo de IDEAIS, los hijos y las hermanas de Neuza, y camaradas del partido (Partido Verde) y de la Prefeitura. La doctora Neuza estaba picoteando en la cocina, donde Abigail torraba la farofa. Los parecía una proeza que los brasileños mantuvieran intactas sus muñecas; había que tener fortaleza para sostener un vaso de cachaça detrás de otro. Yo no aguantaba ni el segundo asalto. En cuanto veía la botella empinada sentía un terremoto. Mis piernas temblaban con ventear la chacha, como llamaban al aguardiente de azúcar de caña. Desde el primer día me asombró lo bien que toleraba los tragos y la pachorra con la que procedía. La tranquilidad de la doctora Neuza, su templanza, era una virtud y para el ejercicio de la función pública un seguro. Aquel no era el mejor escenario para intimar; la euforia por los toques lapidarios de Ronaldo, Adriano y Kaká nos impedía seguir bien el hilo de los coloquios. Cada poco había que brindar y mantenerse erguido era agotador. Si nos sentábamos el soponcio estaba asegurado, así que nos dimos al churrasco y al frango. La cerveza corría como el agua. O más bien, al revés (…)».

* Extracto del capítulo de Neuza en ‘La curva de los pirilampos’ (‘Amarás América’. Look2print. 2014)

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