¡WALIKI! Bolivia y la cultura aimara

Foto y gorro de Gloria Nicolás (glorianicolasphoto.blogspot.com)

Foto y gorro de Gloria Nicolás (glorianicolasphoto.blogspot.com)

LA COSECHA AIMARA. A 4.000 metros de altura y sin apenas tiempo de asimilar los vértigos, KAMISAKI fue la primera palabra que nos enseñaron nuestras anfitrionas de la Fundación Machaqa Amawt’a (‘nuevo sabedor’) al desembarcar en El Alto. El Altiplano de Bolivia, región de ponchos rojos, nevados perpetuos y llamitas en tropel, nos saludaba con su sonrisa multirracial y nos decía en aimara un ‘HOLA, ¿QUÉ TAL?‘. Por delante teníamos cinco semanas para observar y documentar las tradiciones y formas de vida de los aimaras, pueblo de luchadores y heroínas esparcido por urbes, valles, salares y desiertos donde la vida es, sencillamente, un regalo de la Pachamama (Madre Tierra). La etnia aimara, con un millón y medio de miembros en Bolivia, es una de las 36 nacionalidades que componen el puzle cultural de este rincón de los Andes castigado a partes iguales por la naturaleza y por la historia. La Bolivia de Evo Morales, el primer indio que alcanza los honores presidenciales, olía a rebelión y revolución. Humillado durante siglos por colonizadores de todas las calañas y fracturado hoy por las tensiones entre ricos y pobres, oligarcas y ‘originarios’, blancos y negros, el país de la papa, del gas y de las minas de oro seguía siendo un territorio convulso donde cualquier pequeño fuego podía acabar incendiando al país entero. Menos mal que para tolerar el mal de altura y los arrebatos de la política, la inflación y los conflictos sociales por la nacionalización de empresas privadas y los deseos autonomistas de las regiones ricas, los aimaras, ya fuera en los pisitos de La Paz, en las azulinas riberas del Titicaca o en la pampa de Jesús de Machaca, no renunciaban a saborear una marraqueta («pan de batalla»), compartir al sol un mate de boldo o anís, mascar hojas de coca o, simplemente, challar (brindar con alcohol puro) para dar gracias a la vida y esperar un año de abundantes cosechas.

Convencidos de que había llegado la hora de superar los miedos heredados y de que había que encarar el presente con la ilusión recuperada, los descendientes de aquellos indígenas que hasta hace un siglo eran vendidos como esclavos en anuncios de periódico entendían que la vida era un privilegio que merecía la pena vivir, aunque muchos ya se conformaban con sobrevivir. A todos ellos sólo podemos decirles WALIKI (¡Gracias!)».

* Este texto aparece incluido en ‘El beso de la Pachamama’, uno de los tres volúmenes que componen ‘Amarás América’. También ilustró la exposición ‘Kamisaki’, que realizó la fotógrafa Gloria Nicolás en 2009 en la galería Elfotógrafo.

Exposición 'Kamisaki' de Gloria Nicolás. 2009

Exposición ‘Kamisaki’ de Gloria Nicolás. 2009

Cinco semanas en Bolivia con la fotógrafa Gloria Nicolás

Gloria Nicolás con Doña Panchita Tito. El Alto (Bolivia), 2008.

Gloria Nicolás con Doña Panchita Tito. El Alto (Bolivia), 2008.

«La Fundación Machaca Amawt’a (‘nuevo sabedor’, en lengua aimara) nos dio cobijo a la fotógrafa Gloria Nicolás y a un servidor durante 5 semanas entre mayo y junio de 2008 para impartir una serie de talleres de Fotoperiodismo a niños y adolescentes de varios programas educativos de Bolivia, entre ellos los usuarios de los Centros de Recursos Pedagógicos de El Alto, la ciudad más joven del Altiplano andino, a 4.000 metros de altitud sobre el nivel del mar y en pleno invierno por aquellos lares. Los planteamientos indigenistas del líder del Movimiento al Socialismo, Evo Morales, estaban levantando ampollas en un territorio poblado por 36 etnias distintas y donde hasta los años 90 los pueblos originarios no habían tenido protagonismo como sujetos de derecho. Los gobernadores de cinco departamentos estaban entonces promoviendo referéndums autonómicos para frenar el proyecto de Evo de una Bolivia «nueva y fuerte» que asegurara a los indígenas una mayor cobertura en educación, sanidad, vivienda, seguridad ciudadana, administración de justicia e infraestructuras. La tensión era máxima. La pobreza, el racismo, la violencia y la privación de derechos lastraba al estado, que por primera vez en su historia tenía a un gobernante indio y de base sindical y obrera.

En El Alto conocimos a Doña Panchita y así la presento en el libro:

«Las neviscas sobre el lllimani alborotaban tanto el corazón de doña Panchita Tito que cuando reía asomaban sus huérfanos colmillos y ella, irremediablemente, se llevaba las manos a la boca intentando esconder su descalabrada dentadura. Saltaba de pronto a la vista la sospecha de una vida taladrada por el dolor y la rabia: «En mi corazón está escrito lo que me han humillado y lastimado» (…)».

Cómo surgió ‘Amarás América’

AMÉRICA ANTIGUA

LA CHISPA DE CORRIENTES. En agosto de 2004 un grupo de periodistas (Victoria Galindo, Francisco Sánchez, Tono Calleja y un servidor) nos desviamos de la ruta Buenos Aires-Cataratas de Iguazú para conocer los proyectos de José Alarcón Buendía, un misionero murciano en Santo Tomé (Corrientes, Argentina). Fue una parada técnica de tres días, suficientes para tomar conciencia de que la misión de un periodista no debe limitarse solo al relato de acontecimientos con un interés colectivo. Aquellas jornadas entre sotanas y carpinchos por caminos de arcilla roja y plantaciones de yerba mate, sustento espiritual de los índios guaraníes, encencieron mi curiosidad por este universo consonante al que encontraba en los libros de García Márquez, Carlos Fuentes y Vargas Llosa. El recuerdo de aquella experiencia me motivó para volver a América Latina como reportero y cooperante.

LIBERTAD Y COMPAÑÍA. Por mediación de mi amiga Teresa Martín Melgarejo, en 2005 contacté con Dinamismo Juvenil y me alisté como voluntario a sus programas educativos en los cerros de la capital mexicana, donde hay que emplearse duro «para forjar adolescentes y jóvenes sanos y libres». En 2006 viajé a Volta Redonda (Río de Janeiro) con la periodista Teresa Luengo Michel para investigar de la mano de la ONG IDEAIS sobre la prevención y tratamiento de adicciones en «la ciudad del acero». Y en 2008, en compañía de la fotógrafa Gloria Nicolás, recorrí la Bolivia indígena, donde la Fundación Machaqa Amawt’a está volcada en la recuperación y fortalecimiento de los saberes originarios de las comunidades aimaras.

PERIODISMO Y LIDERAZGO. ‘Amarás América’ es el relato de tres veranos en México, Brasil y Bolivia, tres mundos aparte donde la gente sencilla del campo y de las ciudades ya no espera callada su destino y exige ser oída. Es un viaje a las profundidades, allá donde el humo de los tiempos y la realidad apenas dejan vislumbrar los sueños; una invitación a descubrir un continente donde los hombres se hicieron dioses y encontraron sentido a la vida en los ritmos de la tierra, la danza y las estrellas; un homenaje a todas esas organizaciones sociales que enfrentándose a mil aventuras luchan por dar alternativas para el desarrollo de los pueblos y por construir liderazgos colectivos, horizontales y transparentes. Es un libro sobre periodismo, y sobre como el periodismo bien entendido ayuda a fortalecer las sociedades.