
Parte del equipo de IDEAIS: Sonia, Alessandra, Neuton, Antonio, Yucenira y Marilda. Volta Redonda (Río de Janeiro, Brasil), 2006.
El Instituto de Desarrollo, Estudios, Acciones e Implementaciones Sociales (IDEAIS) aceptó nuestra solicitud para engancharnos como voluntarios durante un mes (julio de 2006) a sus proyectos de atención infantil y juvenil, así que disponíamos de apenas cuatro semanas enteras para habituarnos al susurro brasileño antes de patalear tierra extranjera.
Sería de mentecatos aparecer en el Valle del Paraíba, la primera región productora de café de América del Sur, sin hablar ni papa de portugués, así que empezamos a considerar como un menester impostergable la posibilidad de atrevernos a cotorrear esta lengua romance originaria de la antigua Lusitania. La carioca Ilka Lomonaco, una moza de corpo dourado, iba a ser nuestra salvación. Y no lo supimos hasta que salimos del aeropuerto Tom Jobim de Río de Janeiro y empezamos a remontar la sierra de las Araras hasta Volta Redonda, la llamada ‘Ciudad del Acero’, donde IDEAIS tiene su sede y donde el río Paraíba do Sul forma una curva brusca, casi esférica, una vuelta redonda que acabó por dar nombre a este enclave obrero en la ruta hacia Sao Paulo. Volta Redonda no era, según Ilka, el lugar más agraciado de este mini-continente de encantos aparantes y salvajes disparidades.
Mi compañera de andanzas en esta ocasión fue Teresa Luengo Michel, periodista elástica de sangre francesa y tersura de vestal romana, con la que gocé de una de mis experiencias viajeras más divertidas y, al mismo tiempo, más descorazonadoras.