¡GRACIAS A TOD@S! Presentación de ‘Caladas de Cuba’, by Gloria Nicolás

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Muchísimas gracias a todas las personas que nos acompañaron en la presentación de ‘Caladas de Cuba’ en el Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, el pasado 23 de junio. Fue la Noche de San Juan más especial: conseguimos recaudar 940 euros que se han destinado ya a Cruz Roja para apoyar el proyecto de atención a refugiados en la Región de Murcia. Agradecido estoy por haber contado con el director de La Verdad, Alberto Aguirre de Cárcer, un periodista por encima de todo (y eso ya merece todos nuestros respetos), y Juan Antonio Balsalobre, cooperante y coordinador del programa de refugiados de Cruz Roja, que nos relató las necesidades ingentes que hay para atender a estas familias que por cualquier motivo (conflictos bélicos, discriminación sexual, ideología…) tuvieron que empezar una nueva vida en otro lugar haciendo uso del derecho de asilo. Es una suerte contar con tantos amigos y que ‘Caladas de Cuba’ contribuya de forma positiva a ayudar a otros a orientar sus vidas con más esperanza e ilusión. El periodismo, como siempre, al servicio de la sociedad. Enhorabuena a todos, porque este no es solo un proyecto nacido en la intimidad de un periodista. Hemos visto que somos capaces de ir mucho más allá.

Gracias siempre a la fotógrafa Gloria Nicolás por estar siempre en el ojo del huracán. Eres una excelente profesional y cada día te queremos más por cómo eres y por todo lo que nos aportas. No sé qué haríamos sin ti. Gracias por estar siempre a mi lado.

Gracias a María y Paloma Jover Madrid por la colaboración logística, y a todas las personas que están comprando el libro (disponible en la Librería Educania, en la calle Sociedad, nº 10 de Murcia). Verdaderamente honrado por el apoyo. Os quiero.

Manuel Madrid 02/07/2017 amarasamerica@gmail.com

 

El camino de Bella Panadera (una devota de México que prepara su desembarco en América)

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Con Bella Panadera en nuestro encuentro en La Colegiala del Banco de España (Murcia)

Con Bella Panadera en nuestro encuentro en La Colegiala del Banco de España.

Esta semana arrancó con un encuentro inesperado, desayunando con una lectora encantadora a la que conocí en Murcia el día de la presentación de ‘Amarás América’ en el Centro Cultural Las Claras (05/03/2014). Días antes de volver a verla había subido al lugar más romántico de Murcia, justo el único punto desde el que es posible divisar el mar en un día clareado. Fue aún más maravilloso poder hacerlo con Gloria y Marguita, dos amigas con las que comparto desde hace muchos años momentos mágicos de la vida. Aquella mañana caminamos por El Valle; el sendero de Los Carpi nos condujo a ese lugar hermoso donde el ruido de fondo de la ciudad queda congelado al atravesar la cordillera y entregarse a la serenidad de un paisaje lunar. Allí arriba, acomodados entre unas rocas, acogidos por la madre naturaleza, calibramos nuestros estados de ánimo en conversaciones catárticas sobre el amor, los instintos sexuales y la naturaleza de los hombres.

Nos fundimos en un gran abrazo, tras llegar a la conclusión de que la vida es como una carabela que surca olas de bonanza unas veces y otras olas de angustia y desengaño. Lo importante es atravesarlas, resistir a la tempestad con todas nuestras fuerzas y confiar en que hallaremos certezas detrás de lo inesperado.

Cargando con Marguita, un amor de mujer, en El Valle. Fotografía: Gloria Nicolás

Cargando con Marguita, un amor de mujer, en El Valle. Foto: Gloria Nicolás

Eso ocurrió esa mañana de atmósfera espesa, en la que costó que el sol se abriera paso entre un cielo tomado por nubes en contubernio. Tomamos un aperitivo en el Quitapesares, y nos decidimos después a explorar el entorno del Santuario de la Fuensanta y del Monasterio de las Monjas Benedictinas. Nunca había subido a la misteriosa e idílica Casa del Cabildo; ya de lejos me maravillaron sus ventanas con forma de arco de herradura y alfiz rojizo, con una estrella en el enrejado. El edificio, tres plantas, de ladrillo y tonos amarillos, es de lo más coqueto; una buganvilla en plena explosión trepaba por una de las paredes. Hay que andar con cuatro ojos por los escalones, pues lo más probable es resbalar en un descuido. Los miradores ofrecen una panorámica muy hermosa de la vega de Murcia y de su huerta enladrillada (¡tremendo!). Me fascina descubrir en nuestro municipio lugares con semejante magia, y me horroriza al mismo tiempo comprobar la poca delicadeza de sus visitantes; entre las cactáceas y matojos salvajes había una verdadera escombrera: botellas, desperdicios, bolsas de basura… ¿Alguien puede entender tamaña desconsideración? Una pena de las grandes…

Casa del Cabildo. La Fuensanta, Murcia.

Casa del Cabildo. La Fuensanta, Murcia.

Al volver a Murcia pensé que tenía que pulsar a la comunidad de Facebook y conocer si ese lugar que a mí me había resultado encantado era conocido por mis paisanos. Y en mi cuenta subí una fotografía de una parte de la fachada, maravillosa, y pregunté a mis amigos, sin desvelar el nombre, si alguien conocía este emplazamiento. Mi sorpresa fue que se animaron a participar unos cuantos. Prometí que al primero que adivinara el lugar le regalaría un ejemplar de ‘Amarás América’, y la primera persona que contestó a mi llamado fue Marta Eme, como se hace llamar, o la Bella Panadera. Inmediatamente cumplí mi promesa, y quedé con ella para desayunar en su lugar de trabajo: La Colegiala. Escogimos una sucursal al azar, la que está junto al Banco de España, porque es de las que tiene cafetería. Y ahí apareció a las 10 horas, puntual, con una sonrisa apabullante.

Bella Panadera es, en realidad, Marta Molina Martínez, estudiante de 2º de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Murcia, una murciana de 25 años que ha dedicado el último mes y medio a recorrer el Camino de Santiago, desde su inicio en Francia, desde antes de las estribaciones de Roncesvalles. Ha regresado serena, desprendiendo rayos de luz en la mirada, verdaderamente atribulada por todo lo que ha aprendido en cada paso y por las compañías de las que ha gozado hasta donde los antiguos decían que era el fin de la tierra conocida (Finisterre). Hablamos de la escritora María Jesús Juan, autora de ‘Sucedió en Begastri’, a la que conozco desde que fuimos compañeros en el IES Saavedra Fajardo; ahora María Jesús es profesora de Secundaria en el IES Aljada de Puente Tocinos. Marta fue una de sus alumnas y desde que se conocieron son inseparables, y acuden a todo aquello que esté relacionado con los libros y la escritura. Me contó Marta en este encuentro fugaz, entre sorbos de café y bocados a un resucitador croissant, que conoció en su peregrinación a un mexicano de Querétaro, Luis Antonio Valdespino Reyes, y a una cubana residente en Nueva York, Ana Julia, que han sido dos ángeles para ella. Podía recordar perfectamente mil palabrejas mexicanas y una de las que más utiliza ahora es la de «desmadre». «Para los mexicanos todo es madre y desmadre», le dije. Le animé a escribir todas esas peripecias en un blog y espero que lo haga, pues los recuerdos de un viaje pronto se difuminan si no queda rastro escrito.

La ejecución del Emperador Maximiliano es una serie de pinturas que el pintor francés Édouard Manet elaboró entre 1867 y 1869. Representan la ejecución por fulisamiento de Maximiliano I, emperador de México.  Impresionismo. National Gallery de Londres.

La ejecución del Emperador Maximiliano es una serie de pinturas que el pintor francés Édouard Manet elaboró entre 1867 y 1869. Representan la ejecución por fulisamiento de Maximiliano I, emperador de México. Impresionismo. La pintura puede contemplarse en una de las salas de la National Gallery de Londres.

Reímos juntos recordando algunas historias de ‘El abismo chilango’, y le conté que en Querétaro fue ajusticiado un austriaco de rimbombante nombre: Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg-Lothringen, que antes de ser proclamado Emperador de México hizo carrera como comandante en jefe de la flota de guerra de su país, dio la vuelta al mundo con la mayor fragata de vela del imperio austriaco, la Novara, y llegó a ser gobernador de Lombardía y Venecia. ¿Cómo encajaron los mexicanos que un europeo los tutelara de nuevo?, ¿qué necesidad había de importar un soberano de barba rubia? El segundo hijo de Francisco Carlos de Habsburgo y de la princesa Sofía de Baviera nació siendo Archiduque de Austria y príncipe de Hungría y Bohemia en el palacio de Schönbrunn, cerca de Viena, el 6 de julio de 1832. Por entonces, en México apuraba sus últimos días de gobierno Anastacio Bustamante. Entre 1821, año de la Independencia de México, y 1864, año de la llegada de Maximiliano al puerto de Veracruz, el país zozobra políticamente y entre el desconcierto medio centenar de presidentes se alternan en el poder. Sólo Benito Juárez pareció poner orden con una Constitución (1857) otorgando más libertades civiles, pero el pugilato entre liberales y conservadores desembocó en una guerra civil. Entretanto, Juárez dictó las leyes de Reforma (1859), que acotaron el poder del clero e iniciaron un cambio de mentalidad en todos los órdenes. Este conjunto de decretos, que incluyó la nacionalización de bienes eclesiásticos, el matrimonio civil y la libertad de culto, fueron considerados una reacción contra la esclavitud física y espiritual que habían sufrido históricamente los mexicanos y un espaldarazo para conquistar una independencia verídica. Pero, en 1961, Juárez suspendió el pago de los intereses de la deuda extranjera y la decisión encendió a las potencias europeas, especialmente a Francia, Gran Bretaña y España, que se enzarzaron en una rabiosa lucha para defender sus empresas e inversiones en México. Es Napoleón III quien con más ahínco mostró su fiereza –en juego estaba la explotación de minas en el noroeste del país– dirigiendo sus tropas hasta la misma Ciudad de México tomando el Zócalo en junio de 1863. Ante el belicoso panorama, Juárez y su gabinete desertan y el rey galo, apoyado por el bloque conservador, encarga al archiduque Fernando Maximiliano que acepte el trono de México. Maximiliano y su esposa, la princesa Carlota Amalia, hija del rey Leopoldo I de los belgas, fueron recibidos sin grandes fastos a su llegada al puerto de Veracruz a bordo de la Novara y, lo que es peor, llegaron escoltados por una bandada de zopilotes, buitres negros americanos que vuelan con la carroña colgando de sus garras y son símbolo de mal augurio. Nada bueno esperaba a Maximiliano y Carlota…

Me alegró recordar este episodio con Bella Panadera, sobre todo después de saber que en breve emprenderá uno de los viajes de su vida. Tiene previsto viajar a Nueva York y desde allí emprender una travesía en coche hasta Querétaro, cumpliendo así el sueño de visitar a sus dos lazarillos del Camino de Santiago. Gracias, Marta, por tus amables palabras sobre ‘Amarás América’ y por animarte a descubrir México, un país enérgico y con muchas cosas buenas, en esa andadura que ensanchará aún más tu corazón.

Manuel Madrid 30/11/2014

María Acho: los generosos silencios de una comunicadora social que promueve el multilingüismo en Bolivia

Rosemary y María Acho, en el restaurante 'Cal y canto', en La Paz. 2008

Rosemary y María Acho, en el restaurante ‘Cal y canto’, en La Paz. 2008

Está a punto de finalizar este julio reseco y ventoso -¡es maravilloso ver cuán alto y frondoso es capaz de crecer un maizal en la huerta de Murcia!- hoy he recordado a María Acho. Ha sido un momento placentero, porque María siempre fue un gran apoyo para los voluntarios internacionales que han visitado Bolivia. En mi caso, como no podía ser menos, he dedicado un capítulo de ‘Amarás América’ -en la tercera parte, en ‘El beso de la Pachamama’- a su labor. Recientemente, allá por primeros de año, visitó España, y disfrutó en Murcia de nuestro invierno, tan risueña, comedida e inteligente, pues los inviernos andinos, rodeados de nevados míticos como el Illimani y el Sajama, poco tienen que ver con los nuestros…

María era, y sigue siéndolo, afortunadamente, la responsable del área de Comunicación Social de la Fundación Machaqa Amawt’a, una figura capital para difundir el trabajo que realizaban todos los equipos de la hermana Luz en pro de la educación en el altiplano boliviano. Cuando Gloria y un servidor visitamos Bolivia en 2008 María coordinaba dos publicaciones anuales de más de cien páginas, con tamaño «de medio oficio», como un folio A-4, y tapas de papel de color: ‘Machaq Amuyt’Awi’ (‘Nuevo Pensamiento’), considerada la primera revista de educación alternativa en Bolivia, era el altavoz del Centro de Educación Técnica, Humanística y Agropecuaria de Corpa y llevaba 30 años imprimiéndose y provocando el dialogo y la reflexión en torno a la educación con identidad cultural; y ‘Thakhi’ (‘Camino’), que nació en 2006 con el apoyo de la Comisión Episcopal de Educación para promocionar las actividades que organizaba el Centro de Apoyo Educativo Machaqa para afrontar los desafíos del presente y del futuro en la región de Jesús de Machaca. María organizaba los contenidos de cada número, recordaba a los colaboradores la fecha de entrega de los trabajos, seleccionaba y revisaba los textos, realizaba y retocaba las fotografías que ilustraban los artículos, escogía titulares y sumarios y era quien batallaba en la imprenta para que todo apareciera perfectamente maquetado y en su sitio.

Teo, Mamá Acho y Leo, en la 'rutucha' (rito de entrada a una comunidad) de Raissa, en nuestro pisito de La Paz. 2008

Teo, Mamá Acho y Leo, en la ‘rutucha’ (rito de entrada a una comunidad) de Raissa, en nuestro pisito de La Paz. 2008

Una labor silenciosa que apenas tenía reconocimientos. «Hacer cada revista es como un parto», confesaba María. «Todos nuestros técnicos en los proyectos son aimaras y tienen muchas dificultades para escribir en castellano, así que es todo un logro que salga cada número. Por eso cada vez que se publican las challamos con alcoholcito para que sirvan y den nuevos frutos». En las miles de páginas que se habían publicado desde 1978, ‘Machaq Amuyt’qwi’ había contado prácticamente la historia de Machaca de las últimas tres décadas, tratando de recoger sus preocupaciones y aportar soluciones a sus conflictos cotidianos, infundiendo ánimo a la población y corroborando que la educación y la organización de los pueblos indígenas son los mejores aliados para su supervivencia. En el proceso de creación de estas publicaciones colaboraban los facilitadores y responsables de los programas de los centros educativos, que pormenorizaban las actividades, metodologías, resultados, logros y dificultades encontradas en sus trabajos. De igual modo, a los participantes en los talleres de formación, capacitación, ferias educativas, agropecuarias, campañas de sanidad animal, etc, se les ofrecía esta ventana abierta al mundo para expresar en voz alta su opinión sobre los asuntos que les preocupaban en su día a día. «Hemos rescatado valores de la cultura aimara, hemos teorizado sobre experiencias, hemos contado cómo se alfabetizan las machaqueñas, cómo se organizan los agropecuarios, cómo se crean y gestionan microempresas artesanales, hemos aprendido poemas, canciones e historias que contaban nuestros antepasados, hemos constatado la existencia de un medio rural con futuro, hemos hecho campaña para la educación cívica y ciudadana, hemos alertado sobre enfermedades infecciosas y parasitarias en nuestros cultivos, hemos apostado por implicar a los machaqueños en la gestión de sus comunidades indígenas, hemos promovido el bilingüismo y la autogestión forestal en los lugares más apartados, hemos orientado a nuestros bachilleres y popularizado las nuevas tecnologías en las áreas rurales y, lo más importante, hemos dado alternativas. Y esto no queda aquí porque vamos a seguir forjando nuevos rumbos y caminando juntos…».

España, 2014.

‘Amarás América’. Viaje a las intimidades de México, Brasil y Bolivia. Disponible en http://www.amazon.es

Como ven, su labor ha sido fundamental para la recuperación y fortalecimiento de los saberes autóctonos de las comunidades indígenas de Bolivia, y por ello en ‘Amarás América’ he querido también que su figura sea de público conocimiento. Así la describo en ‘Los querubines negros del molocotongo’, el último capítulo del libro, en el que narro cómo challamos la casa de La Paz y cómo fue el rito iniciático para dar la bienvenida a la comunidad aimara a Raissa, una nueva integrante. Muchas gracias, María, por seguir pensando en nosotros desde tan lejos…

«María Acho Márquez, la hija de doña Eusebia o ‘Mama Acho’, como la llamaban cuando había que dejar clara su autoridad, había aprendido de su madre una cosa: decir la palabra exacta en el momento oportuno. No era una mujer de arengas facilonas, ni estaba ilusionada por sobresalir en nada, ni siquiera se planteaba la posibilidad de formar una familia numerosa con su Goni, que por entonces se encontraba en Canadá perfeccionando su inglés como le exigía su nueva responsabilidad como alto directivo de otra fundación. Aunque abominara ser considerada una estrella, tenía algo que la convertía en un ser único que reinaba por encima de los demás. Tal vez ese algo que percibimos fueron sus generosos silencios, su agudeza para conciliar, sus ganas de ir más allá de las formalidades, su manera de mostrarse franca, sin recovecos, su transparencia y espontaneidad. Treintañera, dotada de hermosura, coqueta pero sin estridencias, siempre hecha un pincel. Una melena lisa y peinada, piel morena e hidratada; una sonrisa cinematográfica y una delicadeza en los gestos fuera de lo normal. En apariencia, frágil, más por fuera que por dentro. Era una mujer con grandes dilemas interiores y tenía un gran don para disimularlos». 

¡WALIKI! Bolivia y la cultura aimara

Foto y gorro de Gloria Nicolás (glorianicolasphoto.blogspot.com)

Foto y gorro de Gloria Nicolás (glorianicolasphoto.blogspot.com)

LA COSECHA AIMARA. A 4.000 metros de altura y sin apenas tiempo de asimilar los vértigos, KAMISAKI fue la primera palabra que nos enseñaron nuestras anfitrionas de la Fundación Machaqa Amawt’a (‘nuevo sabedor’) al desembarcar en El Alto. El Altiplano de Bolivia, región de ponchos rojos, nevados perpetuos y llamitas en tropel, nos saludaba con su sonrisa multirracial y nos decía en aimara un ‘HOLA, ¿QUÉ TAL?‘. Por delante teníamos cinco semanas para observar y documentar las tradiciones y formas de vida de los aimaras, pueblo de luchadores y heroínas esparcido por urbes, valles, salares y desiertos donde la vida es, sencillamente, un regalo de la Pachamama (Madre Tierra). La etnia aimara, con un millón y medio de miembros en Bolivia, es una de las 36 nacionalidades que componen el puzle cultural de este rincón de los Andes castigado a partes iguales por la naturaleza y por la historia. La Bolivia de Evo Morales, el primer indio que alcanza los honores presidenciales, olía a rebelión y revolución. Humillado durante siglos por colonizadores de todas las calañas y fracturado hoy por las tensiones entre ricos y pobres, oligarcas y ‘originarios’, blancos y negros, el país de la papa, del gas y de las minas de oro seguía siendo un territorio convulso donde cualquier pequeño fuego podía acabar incendiando al país entero. Menos mal que para tolerar el mal de altura y los arrebatos de la política, la inflación y los conflictos sociales por la nacionalización de empresas privadas y los deseos autonomistas de las regiones ricas, los aimaras, ya fuera en los pisitos de La Paz, en las azulinas riberas del Titicaca o en la pampa de Jesús de Machaca, no renunciaban a saborear una marraqueta («pan de batalla»), compartir al sol un mate de boldo o anís, mascar hojas de coca o, simplemente, challar (brindar con alcohol puro) para dar gracias a la vida y esperar un año de abundantes cosechas.

Convencidos de que había llegado la hora de superar los miedos heredados y de que había que encarar el presente con la ilusión recuperada, los descendientes de aquellos indígenas que hasta hace un siglo eran vendidos como esclavos en anuncios de periódico entendían que la vida era un privilegio que merecía la pena vivir, aunque muchos ya se conformaban con sobrevivir. A todos ellos sólo podemos decirles WALIKI (¡Gracias!)».

* Este texto aparece incluido en ‘El beso de la Pachamama’, uno de los tres volúmenes que componen ‘Amarás América’. También ilustró la exposición ‘Kamisaki’, que realizó la fotógrafa Gloria Nicolás en 2009 en la galería Elfotógrafo.

Exposición 'Kamisaki' de Gloria Nicolás. 2009

Exposición ‘Kamisaki’ de Gloria Nicolás. 2009

Cinco semanas en Bolivia con la fotógrafa Gloria Nicolás

Gloria Nicolás con Doña Panchita Tito. El Alto (Bolivia), 2008.

Gloria Nicolás con Doña Panchita Tito. El Alto (Bolivia), 2008.

«La Fundación Machaca Amawt’a (‘nuevo sabedor’, en lengua aimara) nos dio cobijo a la fotógrafa Gloria Nicolás y a un servidor durante 5 semanas entre mayo y junio de 2008 para impartir una serie de talleres de Fotoperiodismo a niños y adolescentes de varios programas educativos de Bolivia, entre ellos los usuarios de los Centros de Recursos Pedagógicos de El Alto, la ciudad más joven del Altiplano andino, a 4.000 metros de altitud sobre el nivel del mar y en pleno invierno por aquellos lares. Los planteamientos indigenistas del líder del Movimiento al Socialismo, Evo Morales, estaban levantando ampollas en un territorio poblado por 36 etnias distintas y donde hasta los años 90 los pueblos originarios no habían tenido protagonismo como sujetos de derecho. Los gobernadores de cinco departamentos estaban entonces promoviendo referéndums autonómicos para frenar el proyecto de Evo de una Bolivia «nueva y fuerte» que asegurara a los indígenas una mayor cobertura en educación, sanidad, vivienda, seguridad ciudadana, administración de justicia e infraestructuras. La tensión era máxima. La pobreza, el racismo, la violencia y la privación de derechos lastraba al estado, que por primera vez en su historia tenía a un gobernante indio y de base sindical y obrera.

En El Alto conocimos a Doña Panchita y así la presento en el libro:

«Las neviscas sobre el lllimani alborotaban tanto el corazón de doña Panchita Tito que cuando reía asomaban sus huérfanos colmillos y ella, irremediablemente, se llevaba las manos a la boca intentando esconder su descalabrada dentadura. Saltaba de pronto a la vista la sospecha de una vida taladrada por el dolor y la rabia: «En mi corazón está escrito lo que me han humillado y lastimado» (…)».