Ecos de Cuba (Con permiso de una ‘islada’ de Vigo)

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Mi amiga de Vigo Victoria Abreu, que también es una poeta con una sensibilidad supina, me envía esta carta a mi muro de Facebook, con sus primeras reacciones, qué alegría, tras tener en sus manos ‘Caladas de Cuba’. Qué emoción saber que este libro está ya entre tanta gente querida como los buscadores de voces de Talleres Islados (http://talleresislados.net/), compañeros todos con una pasión común: la lectura y la (mejor) literatura. Espero que pronto podamos reencontrarnos en la isla en la santa casa de Mariona Fernández y Josep María Fontserè.

http://talleresislados.net/las-caladas-cubanas-de-manuel-madrid/#respond

«Un mediodía, entras en el portal de casa y de tu buzón sobresale un paquete de Correos. En estos tiempos, que hasta las facturas las recibimos por carta electrónica, lo único que se acumula en los buzones es la propaganda de la óptica, de pintores, ofertas de combos de internet, de estampitas de la virgen de Fátima… Y abres el buzón, y lees el remitente y vuelves a sentir una emoción olvidada, cuando las novedades de amig@s y conocids no eran inmediatas, llegaban con el sabor de un camino recorrido en el universo sensorial; manoseabas la carta, la olías, demorabas su apertura para disfrutar un poco más de esa expectación y de las sorpresas que te aguardaban. Rasgabas el sobre y “voilá”, letra escrita a mano, caligrafía única de cada persona con palabras dedicadas exclusivamente a ti… sensaciones olvidadas.

CALADAS EN VIGO

Caladas de Cuba en la casa de Victoria Abreu, en Vigo (Pontevedra).

Abres el paquete y aparece un maravilloso libro sobre Cuba, una espléndida caja de puros habanos repleta de impresiones, relatos, encuentros, opiniones, datos, historia… enmarcada con los colores blanco, azul y rojo de una delicada vitola de Manuel Madrid. ¡Man mad, es uno de los mejores regalos que he recibido en mucho tiempo! Un libro delicioso que me ha hecho revivir los mejores momentos de mis viajes a Cuba (mi cuerpo y mi alma necesitaban unos daikiris que me tomé en A Lideira, https://www.facebook.com/A-Lideira-2124509911107448/, a ritmo del son y viendo las fotos que le hizo Rafa a Compay Segundo en sus tiempos del Malecón vigués).

Manuel Madrid, periodista de “La Verdad” de Murcia, narrador de viajes, enamorado de América Latina, https://amarasamerica.wordpress.com/, ¡qué suerte haberte conocido en Menorca! grandes Mariona de Talleres y Fontserè de http://talleresislados.net/ ¡grande Jorge Carrión y Marilena! ¡grande todo el grupo que formamos “mendigos de voces” y que seguimos en contacto! …. y grande la frivolidad de convivir con un príncipe moldavo de carne y hueso guapos.

Manuel, sabes que coincido plenamente en tus impresiones sobre Cuba. Hay tres maneras de visitar un país: turísticamente como si en el salón de tu casa te instalan una playa y unos cocoteros; enarbolando la bandera de una utopía política hecha realidad, bandera que te sirve de orejera para ver sólo lo que deseas ver (la foto del Che y el lema de “hasta la victoria siempre” en vivo y en directo, en lugar de en el poster de tu salón); y la tercera como viajero, compartiendo con la gente, viviendo con ellos, escuchando y contemplando la enloquecedora subsistencia de su día a día. No sé cómo ha ido el deshielo en estos dos últimos años; en una isla tan maravillosa y cálida, debería ser agua limpiadora y fructificadora para conservar lo bueno y mejorar el resto.

Leyendo las crónicas de la isla de la fruta bomba te encontraré Bajo El Cejo de Sierra Espuña…».

Los números de ‘Amarás América’ en 2015. ¡Gracias por las 4.400 visitas! Seguiremos descubriendo juntos América en 2016…

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Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2015 de este blog.

Aquí hay un extracto:

Un tren subterráneo de la ciudad de Nueva York transporta 1.200 personas. Este blog fue visto alrededor de 4.400 veces en 2015. Si fuera un tren de NY, le tomaría cerca de 4 viajes transportar tantas personas.

Haz click para ver el reporte completo.

Flamencos y pajaritos en el Casino

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Manuel Madrid y Consuelo Mengual con su hermana y su madre, lectoras de 'Amarás América' a las que agradezco también el apoyo. Foto: Azucena Madrid García

Manuel Madrid y Consuelo Mengual con su hermana y su madre, lectoras de ‘Amarás América’ a las que agradezco también el apoyo. Foto: Azucena Madrid García

Me gustaría dar las gracias a los compañeros periodistas de El Pajarito (www.elpajarito.es) por la reseña del encuentro que realicé con lectores de ‘Amarás América’ en el Real Casino de Murcia. Gracias por el seguimiento, y por el apoyo desde las redes sociales al libro. De veras que os lo agradezco. Aquí podéis pinchar para leer el enlace de la noticia publicada: http://elpajarito.es/cultura/91-literatura/10740-manuel-madrid-comparte-amaras-america-con-los-clubes-de-lectura-del-casino.html Murcia 20/12/2014

Paulino Esteban, el compañero andino de Thor Heyerdahl y Kitín Muñoz

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Una de las historias más fascinantes que aparecen en ‘Amarás América’ es la de los constructores de totora del lago Titicaca. La familia Esteban es una institución en Bolivia, y así cuento en ‘El beso de la Pachamama’ cómo fue nuestro encuentro con ellos en su aldea de Huatajuata, volviendo de una jornada de fraternidad en Copacabana con nuestros anfitriones aimaras, entrando la noche, con los ojos abiertos ante el asombro:

Manuel Madrid, Fanny y la pequeña Raissa, Teo Riquelme, Paulino Esteban, Gloria Nicolás, María Acho y la hermana Luz, en la casa de la familia Esteban en Huatajuata, en la orilla del Lago Titicaca. Bolivia, 2008.

Manuel Madrid, Fanny y la pequeña Raissa, Teo Riquelme, Paulino Esteban, Gloria Nicolás, María Acho y la hermana Luz, en la casa de la familia Esteban en Huatajuata, en la orilla del Lago Titicaca. Bolivia, 2008.

«(…) Para los bolivianos, el Titicaca era una de las maravillas del mundo, un símbolo universal que preservaban como el más preciado piélago. En realidad, era lo más parecido que tenía Bolivia a un mar, sobre todo después de la victoria chilena en la Guerra del Pacífico (1879-1884). Aquel conflicto por los impuestos al comercio del salitre en la zona tuvo un final inesperado para Bolivia. Chile se hizo con la provincia boliviana de Litoral y extendió su soberanía hacia el norte hasta la frontera con Perú, de modo que Bolivia perdió su única salida al océano. Aquella vergonzosa derrota condicionó el progreso de todo un  país y minó el orgullo de los bolivianos, que aún reivindicaban su derecho a recuperar los privilegios marítimos con lemas callejeros como «¡Bolivia nació con mar, carajo!». En el Tratado de Paz firmado en 1904 se hizo constar el derecho de Bolivia a utilizar libre de impuestos el puerto chileno de Arica y parecía que prosperaban las negociaciones para hacer uso de los puertos de Iquique y Mejillones y que los bolivianos pudieran exportar a mercados asiáticos emergentes.

En la lontananza las únicas sombras que localizamos eran las de unos ermitaños eucaliptos, árboles centenarios que, según los originarios, habrían sido plantados en terrenos donde hubo haciendas en tiempos de la Colonia. Íbamos dejando atrás pueblos enteros de pescadores y uno nos llamó la atención: Huatajata. Allí encontramos a Paulino y Fermín Esteban, maestros constructores de balsas de totora, que habían convertido su taller en un singular museo. Paulino y Fermín, padre e hijo, eran íntimos amigos del aventurero español Kitín Muñoz (Sidi Ifni, 1958), quien confió en ellos para construir la embarcación de su primera expedición, bautizada ‘Uru’ (1988), con la que pretendía cruzar el Pacífico para demostrar que los juncos eran un material suficiente para atravesar mares y océanos tal y como, presumiblemente, habían logrado otras civilizaciones anteriores a la llegada de los españoles a las indias. Una gran balsa daba la bienvenida a una modesta casa de labor repleta de artesanías confeccionadas con esta anea que crece en el mismo lago. Había de todo: cestería, barcos en miniatura, anillos, sombreros y hasta barracas flotantes construidas por los Esteban, que eran junto a los Limachi las dos estirpes de artesanos más célebres del Titicaca. Fermín nos desveló que Kitín llegó a Huatajata en 1987, un año antes de intentar su primera hazaña transoceánica. «Primero me conoció a mí y luego a mi padre y se ha hecho famoso por las balsas nuestras», contaba orgulloso este artesano que había fabricado con sus manos naves de hasta 30 metros de eslora, siete de ancho y cuatro de alto y un peso de 80 toneladas, auténticas carabelas de mimbre equipadas con mástiles, castilletes, cabañas, velas, timones, cocinas y barandas. Verdaderas joyas para la navegación que a los Esteban les gustaba rematar con cabezas con forma de puma, de hombre pájaro o de dragón. «Yo ya he participado en ocho expediciones en distintos países y he estado seis veces en España. Kitín me llevó a su casa, conozco a su familia y nos llamó hace poco tiempo para decirnos que su madre Isabel se le había muerto. Es un hermano».

Fermín Esteban

Fermín Esteban. 2008

Fermín tenía una memoria prodigiosa, aunque costaba sonsacarle sus grandes conquistas mientras nos mostraba toda clase de bateles de totora en miniatura que emulaban a las míticas naves que les habían proporcionado fama internacional. La expedición ‘Uru’ zarpó del puerto del Callao, en Perú, en 1988 y completó en cinco meses su viaje oceánico hasta atracar en la isla de Tahití, en la Polinesia. Para ellos fue una prueba fidedigna de que sus antepasados pudieron navegar alrededor del mundo transformando aquella plantita del lago sagrado en gigantes capaces de salir indemnes de una tempestad. Pero los Esteban ya eran harto conocidos antes de que llegara Kitín Muñoz. En 1970, Paulino Esteban y los hermanos José, Juan y Demetrio Limachi habían conocido al explorador noruego Thor Heyerdahl, para quien armaron con papiros de Egipto la mítica ‘Ra II’, que cruzó el Atlántico desde Marruecos hasta las islas Barbados en 57 días con ocho tripulantes a bordo. Y en 1977, también con Heyerdahl, se aventuraron en Irak por el Tigris intentando llegar al Índico con una balsa hecha con hoja berdi del río que alumbró la civilización mesopotámica, aunque tras cinco meses de navegación fue quemada en señal de protesta por la guerra entre Irán e Irak. Después de la expedición ‘Uru’, los Esteban colaboraron con Kitín Muñoz en otras tres travesías: las expediciones Mata Rangi (‘ojos del paraíso’), que duraron el tiempo que aguantaron las naves sobre el agua. La primera (1996), en la que Paulino Esteban empleó 10.000 amarres de totora del volcán Rano-Raraku, partió de la isla de Pascua y nunca llegó a la Polinesia. Sólo aguantó 23 días ya que los juncos se pudrieron, la barca se partió en dos y los tripulantes estuvieron varios días a la deriva. El reloj de emergencias del explorador español, que emitió una señal de auxilio vía satélite, les salvó la vida. La segunda (1999) zarpó del puerto de Arica (Chile) y alcanzó felizmente las islas Marquesas. Los Esteban seleccionaron, de entre las mejores cosechas de totora, 600 rollos trenzados de 30 metros de largo y se las ingeniaron para hacer un casco más resistente. Una docena de artesanos aimaras colaboró durante meses en la construcción de la nave de 25 metros de eslora, seis de manga y 4,5 de altura, con un peso de 20 toneladas. En sus mástiles ondeaban las banderas de Bolivia, Chile, Perú y España, de la Casa Real Española y las seis banderas del programa de la Paz de la UNESCO. La embarcación recorrió casi 10.000 kilómetros impulsada por los vientos alisios, aunque no se vio cumplido el sueño de culminar la travesía en el puerto de Yokohama (Japón) debido a una nueva adversidad: una plaga del molusco Teredo Navalis, que se comió las cuerdas. La última expedición Mata Rangi, en 2000, que prometía surcar el Atlántico, salió de Barcelona, navegó por la costa mediterránea española y llegó a Marruecos. El objetivo era arribar a América: ocho meses después la embarcación quedó varada en el archipiélago de Cabo Verde (…)».

Estos días he encontrado en Youtube un vídeo que me ha traído al presente aquellos instantes en Huatajuata junto a los Esteban. Y os dejo el enlace para que conozcáis al patriarca de la familia, Paulino Esteban, con su poncho y su eterna afabilidad.

La heroicidad del silencio en ‘Amarás América’. Por Blanca Pérez de Tudela (Trabajo para la UMU de una futura periodista)

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Hace unos días recibí un correo electrónico de una joven estudiante de Periodismo en la Universidad de Murcia (UMU): Blanca Pérez de Tudela. La conocí este verano en ‘La Verdad’, donde estuvo realizando prácticas durante los meses de julio, agosto y septiembre. Trabajamos codo a codo esos días resguardados de la canícula estival en la Redacción, donde todo el año se siente un frío polar, y tuvimos ocasión de hablar de nuestros gustos y preferencias literarias. Blanca pertenece a La Molineta Literaria, foro de tertulias de Molina de Segura impulsado por escritores como Manuel Moyano y Paco López Mengual. También tiene un blog, y suele publicar artículos para la revista digital ‘C’mon Murcia!’ (http://cmon.fcdmurcia.es/author/perezdetudela/), blog creado por alumnos de la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia.

Y mi sorpresa, ¡qué alegría más grande!, ha sido doble. Por un lado, me agradó de veras conocer que había leído con mucho interés ‘Amarás América’. Y en segundo lugar me ha dejado sin palabras saber que ha realizado un trabajo de 20 páginas sobre el libro, algo que uno nunca espera y que agradezco sinceramente, para la asignatura de Reporterismo que imparte Felipe Julián Hernández Lorca (Molina de Segura, 1945), profesor de la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia.

Gracias, Blanca, por el interés en conocer más a fondo este proyecto y por haber creído que ‘Amarás América’ reúne las condiciones para ser objeto de estudio. A continuación, quiero compartir con vosotros parte de este trabajo, que es mucho más extenso. He seleccionado el análisis que ha realizado, donde Blanca desvela su insondable capacidad para leer entre líneas y extraer, como una hábil recolectora de ideas, el trigo de la paja.

Toda la suerte del mundo para ti, escojas el camino que escojas.

Manuel Madrid / Noviembre 2014

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ANÁLISIS DE ‘AMARÁS AMÉRICA’

LA HEROICIDAD DEL SILENCIO. Por Blanca Pérez de Tudela (UMU)

Blanca Pérez de Tudela con un ejemplar de 'Amarás América'

Blanca Pérez de Tudela con un ejemplar de ‘Amarás América’

Las páginas de ‘Amarás América’ aúllan. Manuel Madrid, un periodista en el sentido más fiel de esta palabra, emite quejidos inconfundibles. Camila Coimbra, Jussara Robertina, doña Panchita, Rondinho… Sus lamentos nos acompañan a lo largo del camino de esta lectura, y sus gritos de socorro nos arrastran hasta una América Latina que esconde en sus entrañas mucho más de lo que muestra en su superficie. De la mano de unos personajes en permanente huida que pretenden dejar atrás enemigos visibles e invisibles, pero que realmente de lo que escapan desesperados es de sí mismos, Madrid nos acerca a las realidades de tres países latinoamericanos: México, Brasil y Bolivia.

Asegura el autor que este libro es “un homenaje a toda esa gente que lucha por sobrevivir y por vivir de una manera más digna”. No yerra al ver ‘Amarás América’ como una ofrenda a estos pueblos que retrata a través de su observación despierta. La mirada es, sin duda, una de las herramientas más importantes de un periodista y los ojos verdosos de Manuel tienen la agudeza y el brillo de un buen informador. Mira no sólo como un periodista, un analista y un sociólogo. Con su vista es capaz de trasladarnos y analizar los melodramas interconectados entre tres países latinoamericanos, aportando siempre ese atisbo de esperanza que cabe en la fe de creer en el cambio y en la mejora personal. Aprendemos en estos viajes que el destino está dentro de uno mismo, aunque para llegar tengamos que rebasar las muchas trabas que encontramos fuera.

Todo el que haya leído a Manuel Madrid en la cotidianidad de la actualidad murciana que nos ofrece a través de las páginas del centenario periódico ‘La Verdad’ conoce en su pluma una sutileza acertada y ágil. En esta obra, además, Manuel nos da la excusa perfecta para confirmar su calidad narrativa. Su relato es ameno y cercano, sencillo, llano, pero al mismo tiempo cuenta en sus párrafos con la belleza del estilo literario, llegando en muchas de sus descripciones a elaborar poesía en prosa.

La narración de este libro es también una buena jugada del autor. Atrapa al lector a base de historias con un alto interés humano y las contextualiza trasladándonos hasta la historia de sus pueblos. Manuel hace en estas casi 400 páginas una excelente elaboración de síntesis histórica, y logra recoger interesantes partes de las memorias de tres países ricos en tradiciones, leyendas, y realidades pasadas cautivadoras.

No olvida tampoco la riqueza del patrimonio de estos países. Pone al lector la miel en los labios dibujando en su imaginación paisajes hermosos, edificios impactantes, poblados amables,… que sin duda abren el apetito del que está tras las páginas, despertando en él un interés por viajar y conocer en primera persona esos lugares que está descubriendo a través de las páginas de un libro.

Personajes como Celina Valadez, la hermana Luz o Neuza encarnan, parafraseando al propio autor, la “heroicidad del silencio”. Es necesario que gran parte de la escena narrativa del libro esté dedicada a personalidades cándidas, comprometidas, activas y francas, pues a través de ellas el autor consigue mostrar el importante papel que juegan las ONG en estos países. El rol de estas organizaciones es, además, fácilmente trasladable a realidades más cercanas al lector lo que le ayuda a empatizar con los personajes de la obra. No sé si cuando se lee ‘Amarás América’ se aprende a querer a este continente, al fin y al cabo ‘amar’, y sobre todo, hacerlo bien, siempre ha sido un ejercicio complicado para el ser humano. A lo que sí nos enseña Manuel Madrid en esta lectura es a interesarnos por la sustantividad de muchas personas, de muchos ‘héroes de lo cotidiano’ y supervivientes de barriadas empobrecidas y desgraciadas. Logra, pues, a través de un excelente ejercicio periodístico, fortalecer sociedades e hinchar corazones.

 

Canciones para leer y disfrutar de ‘Amarás América’. MÉXICO VOL. 1

Chavela Vargas, en Madrid, en un recital en los años 70. Foto: EFE

Chavela Vargas, en Madrid, en un recital en los años 70. Foto: EFE

En próximas entradas voy a recomendaros algunas músicas que pueden acompañaros en la lectura de ‘Amarás América’. Todas ellas son canciones de las que hablo en las tres partes del libro: ‘El abismo chilango’, sobre la realidad de las colonias más depauperadas y violentas de la Ciudad de México; ‘La curva de los pirilampos’, relato sobre la lucha encarnizada contra las drogadicciones en la ciudad de Volta Redonda, en el estado de Río de Janeiro (Brasil), y ‘El beso de la Pachamama’, radiografía de la Bolivia indígena a través de las poblaciones aimaras de La Paz, El Alto y Jesús de Machaca.

‘Amarás América’ es un trabajo realizado a lo largo de varios años dentro de un proyecto personal de educación para la comunicación y condensa en casi 400 páginas la labor de voluntariado y cooperación que realicé en tres organizaciones sociales de México (Dinamismo Juvenil), Brasil (IDEAIS-Instituto de Desarrollo, Estudios, Acciones e Implementaciones Sociales) y Bolivia (Fundación Machaqa Amawt’a). Es una aproximación a América a través de los hombres y mujeres que me acompañaron en aquel periplo americano en el que la realidad aparece como una escuela de vida. Es un libro para descubrir una América donde las individualidades no triunfan, donde el trabajo comunitario es la base para el desarrollo positivo de las nuevas generaciones. La historia, la cultura y la naturaleza de los pueblos condiciona su manera de vivir y ‘Amarás América’ es, además de un homenaje a gente corriente, una manera de constatar que las sociedades latinoamericanas tienen mucho que aportar al mundo. El mundo debe conocer qué ocurre allá donde la gente ama y sufre en valles, ríos, pampas y montañas. La piel del indio te enseñará todas las sendas que habrás de andar…

Por supuesto, que esperamos tus aportaciones al disco imaginario de ‘Amarás América’: amarasamerica@gmail.com

AMARÁS AMÉRICA SOUNDTRACK. VOL 1 (MÉXICO)

1. ‘Delfino el asesino’, de Sekta Core.

2. ‘Camelia, la tejana’, de Los Tigres del Norte.

3. ‘Gimme the power’, de Molotov.

4. ‘La paloma’, de Sebastián de Yradier y Salaverri, en ‘Juárez’ (1939).

5. ‘The floating bed’, de Elliot Goldenthal. BSO ‘Frida’.

6. ‘Chilanga banda’, de Café Tacvba.

7. ‘Las golondrinas’, por Pedro Infante.

8. ‘La gata bajo la lluvia’, de Rocío Dúrcal.

9. ‘Que te vaya bonito’, por Chavela Vargas.

10. ‘Rata de dos patas’, de Paquita la del Barrio.

‘Amarás América’ en Amazon

Ejemplar de 'Amarás América'. Disponible en www.amazon.es

Ejemplar de ‘Amarás América’. Fotografía: Gloria Nicolás

AMAZON, plataforma líder del comercio mundial online, ya ofrece en su página web (www.amazon.es) el libro de crónicas ‘Amarás América’ (Viaje a las intimidades de México, Brasil y Bolivia), obra del periodista Manuel Madrid (Murcia, 1979). Esta es una oportunidad especial para hacerte con esta publicación, estés donde estés y con todas las comodidades que ofrece comprar desde donde desees y a cualquier hora del día. El precio del libro es el mismo que encontrarás en cualquier librería: 18 euros. Amazon ofrece envío rápido sin gastos adicionales en ciertos productos seleccionados (de 2 a 3 días laborables con el periodo de prueba gratis de Amazon Premium, que dura 30 días), como es el caso de ‘Amarás América’. Si prefieres otras modalidades de envío, puedes consultar las tarifas y opciones de envío en la web de Amazon. ¡Gracias a todos los que han contribuido a llevar a cabo este proyecto personal de educación para la comunicación! Si quieres contactar con el autor puedes hacerlo en Twitter (@manuelmadrid_lv y @amarsamrica) y en Facebook (cuenta personal de Manuel Madrid). Puedes hacernos llegar tus comentarios al correo amarasamerica@gmail.com