La cultura ensancha los corazones… (¡Una gran alegría conocer el trabajo del Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos!)

Grupo del Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos

Grupo del Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos

Hemos celebrado el Día del Libro (23 de abril) por anticipado, en el Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos, una institución que va camino del medio siglo, y este año ha cumplido 49 años promoviendo el conocimiento, la cultura y los valores universales en la pedanía murciana de Puente Tocinos, donde transcurre mi vida y la de parte de mi familia. Es una alegría siempre descubrir la solidaridad que existe en este baluarte del saber para el desarrollo de adultos que no tuvieron acceso a una educación completa, y me reconforta enormemente que haya lugares así en nuestros barrios y pedanías para subsanar carencias culturales, para reivindicar el poder creativo y protagonista de hombres y mujeres, para apoyar una incorporación social plena a la sociedad con conciencia crítica y para comprometerse activamente en la comunidad cívica (y eclesial). Quería felicitar desde aquí a Puri Forca, a Carmen Navarro, a Ana Flores, a Pepita Hernández, y a tantas integrantes del centro que a lo largo de estos años han asumido la tarea de programar actividades que respondieran a los objetivos iniciales de estos centros, que no son escuelas de adultos, ni una catequesis ni un club recreativo. Todo lo contrario, el Centro Católico de Cultura Popular no ha pretendido el adoctrinamiento de nadie, sino servir como complemento en la formación en valores éticos, despertar el espíritu crítico, fomentar la participación en la comunidad (desde el estudio de la Constitución Española a cuestiones jurídicas), y extender el conocimiento a través de nociones de anatomía y fisiología, de alimentación y nutrición, de artes, paisaje y economía, y explicando con la ayuda de conferenciantes, de libros y de películas el papel que juegan en nuestras sociedades los ancianos, la maternidad, los problemas de convivencia familiar… En definitiva, abrir los ojos. No podría enumerar todo lo que han podido aprender y conocer tantas generaciones de mujeres, jóvenes y menos jóvenes, en estos centros donde se estimula la lectura de novela y poesía, y, por supuesto, de prensa.

Aula donde se celebran los cursos, en el Centro Cultural de Puente Tocinos.

Aula donde se celebran los cursos, en el Centro Cultural de Puente Tocinos.

Mi asistencia al Centro Católico de Cultura Popular se enmarca precisamente en esta semana en la que han querido sumarse al Día del Libro, y agradezco que hayan pensado en el hijo de Maruja García y en el sobrino de Loli Ayala para que les ilustrara sobre un libro que había publicado recientemente, ‘Amarás América’, porque creían que podría servir de punto de partida para que les hablara del mundo del periodismo, de sus normas de funcionamiento, de sus entresijos. Fue para mí muy satisfactorio encontrar allí a tanta gente que conozco de Puente Tocinos, y que se acercaron a saludarme. Empezando por mi amiga Elena Montoya Flores, a la que conozco desde 1º de Bachillerato en el IES Saavedra Fajardo. Nos unió una práctica en clase, donde tuvimos que describir el ambiente que nos rodeaba en casa y las mascotas que habitaban con nosotros, y desde entonces, y hasta COU fuimos inseparables en las clases. Me une a ella una bonita amistad, como me sucede con Pilar Orenes, mi amiga de Santa Cruz, también compañera nuestra del ‘insti’, con la que celebramos todavía cada recuerdo de aquella etapa adolescente a la que nos dirigíamos cada día en esos traqueteantes autobuses donde viajábamos como corderillos al matadero. Pero el IES Saavedra fue también un lugar de aprendizaje y de buenas vibraciones. Yo les conté ayer a las mujeres que asistieron (¡cerca de una cuarentena!) que desde muy niño, desde que iba al colegio Juan Carlos I de Llano de Brujas, me acompañó la vocación de ser periodista, y cómo entonces preguntaba a mis compañeros qué querían ser ellos de mayores, y me entristecía descubrir que no tenían tan claro como yo sus aspiraciones profesionales. Ya entonces, como les conté, colaboraba en el periódico del colegio, ‘El Salao’, por aquello de que a Llano de Brujas también se le conoce como El Salar. Con la maestra Carmen Lajara participé en el número 4 de ese periódico de apenas 15 páginas, grapado en la izquierda, y con una portada a mano, en folio azul. Era el año 93, y yo entonces iba en 8º A y tenía 13 años. En este número apareció mi primera entrevista, que realizamos entre cuatro compañeros del cole: Rosa María Barba, Carolina Ruiz Abellán y Alejandro Magaña, que siempre tuvo buena pluma para el dibujo y la caricatura. La entrevista fue a un sacerdote, Antonio Murcia, que estaba recién llegado a la parroquia de Nuestra Señora de las Lágrimas de Llano de Brujas, y allí que fuimos los cuatro compañeros a realizarle unas preguntas. Queríamos presentarlo a la comunidad escolar y saber, por ejemplo, cuánto había que estudiar para ejercer de cura, si tuvo problemas en el Seminario, qué cualidades se requieren para esta labor pastoral, sobre sus estudios de Teología en Alemania, sobre el nuevo Catecismo y las vocaciones… En fin, es divertido poder leer ese primer trabajo, y sobre todo tenerlo siempre como referencia.

Con Elena Montoya Flores, que presentó el acto en Puente Tocinos.

Con Elena Montoya Flores, que presentó el acto en Puente Tocinos.

Posteriormente les hablé a las mujeres de Puente Tocinos sobre mis estudios de Periodismo en la Universidad Complutense, y mis primeras prácticas profesionales en Diario 16, en la edición de Madrid, donde trabajé durante 7 meses, desde febrero a agosto de 2001, tres meses antes de que el diario echara el cierre. Fue una casualidad entrar a trabajar allí, porque yo había tenido un profesor de Redacción Periodística, José Julio Perlado, que nos encargó un reportaje en tercero de carrera. Yo pensé en hacerlo sobre la vida de los trabajadores de hoteles de cinco estrellas de Madrid, y me dirigí a una decena de ellos, seleccionando un profesional de cada uno de ellos (desde la jefa de camareras del Ritz al jefe de cocina del Palace). El reportaje lo titulé ‘Sirvientes de puro lujo’, y Perlado me lo devolvió con esta escueta petición: ‘Listo para publicar’. Así me dirigí a Diario 16 a ofrecerles mi reportaje, y me recibió una periodista, muy resuelta y con poco tiempo para mí, Elisa Beni, la jefa de la sección de Madrid, que se quedó con mi reportaje. Unos días más tarde lo encontré publicado, a doble página, con mi texto y mis fotografías, en todas las ediciones del periódico, con este titular: ‘Prisioneros del lujo’. Fue en el año 2000, y todavía recuerdo la emoción que sentí al encontrármelo impreso en una cabecera tan memorable, aunque estuviera ya en su etapa final. Yo seguí yendo a Diario 16 a ofrecer mis reportajes; hice otros sobre la Real Fábrica Nacional de Tapices de Atocha, sobre los artistas callejeros de Madrid, sobre la aviación privada y los helipuertos de Madrid, y se los iban quedando, aunque no tuve la suerte de verlos publicados. Hasta que un día que fui a ofrecerles otro Elisa me preguntó si quería quedarme a hacer unas prácticas, y allí que, tras un periodo de prueba de un mes, me ofrecieron un contrato de media jornada, que yo acepté, claro, y compatibilicé como pude con mis estudios de 4º de Periodismo. Fueron siete meses de aprendizaje, allí descubrí la dura vida de una Redacción, y pude publicar mis primeras entrevistas, mis primeras crónicas y reportajes.

Con Carmen Navarro, coordinadora de las actividades, y otra integrante del grupo, firmando ejemplares.

Con Carmen Navarro, coordinadora de las actividades, y otra integrante del grupo, firmando ejemplares.

Posteriormente, como les comenté a las señoras de Puente Tocinos, terminé mi carrera de periodista, realicé prácticas profesionales no remumeradas en Radio Nacional de España en su delegación en Murcia, y comencé a trabajar en el diario La Opinión, donde transcurrieron 8 años de mi vida, hasta que el director de La Verdad me ofreció sumarme a su equipo. En La Verdad he podido crecer profesionalmente, siempre en el ámbito de la información municipal, y publicando otras historias y probando otros géneros periodísticos como el de Opinión, gracias a la columna semanal ‘La Vereda del Capitán’, que se publica en la edición sabatina. En mi charla con el Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos traté de hablarles de la diferencia entre el periodismo informativo, interpretativo y de opinión, de cómo se realiza la selección de noticias, de los criterios que se emplean para dar prioridad y espacio a unas noticias sobre otras, y también de las reglas de la profesión, de los derechos y deberes de los periodistas, y de la necesidad de cumplir a rajatabla el código ético y deontológico. Decía mi profesora de Redacción Periodística María Jesús Casals que «en toda su vida profesional, un periodista excelente habrá contribuido a dejar un cierto testimonio de algunas cosas que han pasado y tal vez de por qué han pasado. Esto es todo. Es mucho, pero no hace historia». Y cuánta razón tiene. También hice referencia a las dificultades que encontramos a veces para reconstruir una historia y para hacer que el lector, a través de nuestros ojos y oídos, sienta que esa realidad que le estamos transmitiendo sin equívocos se ajusta a lo acontecido. El papel de las fuentes informativas, y la habilidad del periodista para acceder a la información, a pesar de las trabas, también es otro factor a tener en cuenta. Y les hablé del secreto profesional, del ‘off the record’, y de los derechos que limitan la información, como es el derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen, además de nuestra obligación de rectificar o retractarnos si hemos podido dañarlos en el ejercicio irresponsable de la profesión. Los periodistas debemos siempre domar el ego.

Firmando libros a las mujeres de Puente Tocinos.

Firmando libros a las mujeres de Puente Tocinos.

Y, por fin, quise hablarles de Pedro Roca Saura, ‘Pericales’, el empresario pachequero que falleció en 2003, con apenas 47 años, y cuya vida reconstruí en un libro que titulé en 2008 ‘La herencia de Pedro Roca Saura’ (Memorias de un murciano irrepetible), y que fue publicado por la Asociación Cultural La Herencia. Pedro, al que no conocí personalmente pero tuve que imaginarlo tantas veces a través de los testimonios de sus allegados, fue un hombre de fe que tras abandonar su proyecto personal, que fue la institución ferial de Torre Paheco, Ifepa, enfocó su vida familiar y profesional de otro modo, fue a Malí en busca de los que habían sido sus maestros en el colegio de los Salesianos en Cabezo de Torres y al volver promovió una ola de solidaridad con el país africano que llega hasta hoy, con oenegés que subsisten como Proyecto África-Amigos de Malí, de la que fue fundador, y la Fundación Polaris, de la que es presidente de honor, y con la que tuve la suerte de viajar en 2006 a Malí y Senegal para conocer distintos proyectos de cooperación social.

Con Elena, Pili, Maruja y otras compañeras.

Con Elena, Pili, Maruja y otras compañeras.

Cómo no, también hablé de este proyecto personal de educación para la comunicación que es ‘Amarás América’, el libro que publiqué en 2014 y que recoge mis experiencias como voluntario social y cooperante en proyectos educativos y de reinserción social en México, Brasil y Bolivia. Desde mi aparición en ‘El Salao’ hasta ahora ha habido muchas mudanzas personales, gente que ha entrado y salido de mi vida, personas que me han acompañado y me han dado la mano para no perderme, para mostrarme sus satisfacciones y preocupaciones, que me han abierto sus corazones y mostrado las dificultades que encuentran para salir adelante. Mi camino siempre fue el periodismo social, desde esos reportajes en Diario 16 cerca de los trabajadores de Sintel acampados en la Castellana, con los drogadictos y alcohólicos que estaban saliendo de sus adicciones en los antros de Madrid, con las presas de Alcalá Meco que iban de gira teatral en el furgón para actuar en el Muñoz Seca… El periodismo me ha permitido acercarme a mucha gente y conocer cómo viven los demás, y empezar a saber por qué el mundo avanza con distintas velocidades. Para mí ha sido igual de estimulante realizar un perfil sobre el carnicero extravagante del Mercado de Verónicas que una crónica de la desidia en el barrio de La Paz (Murcia), pero he tenido la inmensa suerte estos años de estar con los cargadores de frutas y verduras del Tejar (Bolivia), de ver cómo se esfuerzan los pescadores de Yoff, en Dakar (Senegal), de empaparme de la sabiduría del pueblo de México, y de ver el sufrimiento de la gente de Palestina o las maravillas de Egipto. Siempre tuve una necesidad: contar historias, leer y aprender, viajar y formarme en el viaje. La lectura, la cultura, el tiempo, la vida… no hacen más que agrandar nuestros corazones.

Manuel Madrid 22/04/2015

2 comentarios en “La cultura ensancha los corazones… (¡Una gran alegría conocer el trabajo del Centro Católico de Cultura Popular de Puente Tocinos!)

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  2. Muy interesante el trabajo presentado en Puente Tocinos, así como la trayectoria periodística de éste amigo (porque así lo consideramos desde ahora) Una historia de viajes, informaciones, experiencias en los países latinoamericanos, africanos, etc. Un hombre comprometido con las personas y con una ética en su profesión. Su aportación en los Centros de Cultura Popular es muy valiosa ya que la labor de los Centros va muy paralela en el sentido de la formación en los distintos ámbitos de la cultura y de la Educación. ¡Gracias Manuel Madrid por haberte conocido y por estar ahí, siempre al servicio de la sociedad necesitada de personas como tú, y como la gente comprometida con los Centros católicos de cultura Popular de Murcia y de otras diócesis!……..
    Maria Orenes.

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