A lo largo de este verano he tenido noticias de lectores que han elegido ‘Amarás América’ como su libro para bajar a la playa, para la tumbona de la piscina, para entretenerse en el tren o el aeropuerto… Algunos de vosotros me habéis incluso hecho llegar fotografías, un detalle precioso que quiero agradecer especialmente.
Es cierto que escribir un libro es algo similar a una gesta, por la entrega y pasión con que se vive todo proceso creador, pero aún es más una gesta que eso que tú concebiste en soledad (y entre grandes momentos de desesperación también) llegue por casualidad a las manos de otra persona. La lectura de ‘Amarás América’ tiene un componente heroico, por la densidad de los relatos, por el volumen de páginas (casi 400) y por mi interés (¿obsesión?) en ser coherente y preciso en la narración de las historias de gente de carne y hueso (o ya de polvo y memoria, según el caso). Por eso considero que el encuentro con esta modesta propuesta editorial puede ser enriquecedor para el lector, tanto para aquel que ya conoce los adentros de México, Brasil y Bolivia, como para aquel que se acerca por vez primera a estos países y a mis experiencias en ellos con sana curiosidad. Siempre es como un pequeño milagro que se produzca ese encuentro, y es casi una obligación agradecer el gesto.
Hoy me he acordado de vosotros, de todos esos lectores anónimos y conocidos que este verano os habéis dejado envolver por la magia de América. Todos vosotros sois ya mis héroes… ¡¡¡¡Siempre os estaré agradecido!!!!
Manuel Madrid
Amarás América 