Tres chavos de cuidado (la cuadrilla de La Pastora)

Ricardo, Ale y Adriana Armenta Valadez, en una imagen reciente. Con ellos descubrí los recovecos de La Pastora, una de las colonias de la Sierra de Guadalupe, una experiencia recogida en 'Amarás América', un libro-homenaje a la gente de México, Brasil y Bolivia.

Ricardo, Ale y Adriana Armenta Valadez, en una imagen reciente. Con ellos descubrí los recovecos de La Pastora, una de las colonias de la Sierra de Guadalupe, una experiencia recogida en ‘Amarás América’, un libro-homenaje a la gente de México, Brasil y Bolivia.

«(…) Los tres hijos de Celina eran chavos despabilados y chistosos adiestrados. Ricardo, que había heredado el físico desgarbado de su padre, era el más escuchimizado de todos: el esqueleto le bailaba bajo las anchotas sudaderas del chándal, de forma que cada vez que echaba a andar hacía como movimientos automáticos de break dance. Era un tipo duro, o lo aparentaba. Le gustaba ir camuflado bajo una gorra, llevaba un aro en el lóbulo izquierdo y tenía el semblante de los hombres solemnes, de esos que son poco dados a las confidencias, aunque cuando bromeaba se venían abajo todos los clichés (…).

Adriana y Alejandra parecían un dúo cómico. Compenetradas al máximo, una bajita y pilla, la otra espigada pero aún candorosa. No eran gemelas –Adri tenía 22 años y Ale 18– ni físicamente se parecían. Empezamos a llamarlas ‘Las Igualénticas’ por su grado de complicidad y la facilidad de Alejandra para fusionar la lengua española e inventarse palabros. «Yo cantinfleo[1] la mayor parte de mi vida», admitía sin sonrojarse Alejandra, estudiante de Ingeniería Mecatrónica de la Universidad del Valle de México. Adriana, al igual que Ricardo, había optado por el Diseño Gráfico y su verdadera vocación era el dibujo. Tenía una facilidad abrumadora para la viñeta, así que no tardó demasiado tiempo en sacar punta a mi perfil y caricaturizarme con una de mis coletillas españolas: «¡Esto es una gilipollez!». Fabi Chávez, estudiante de Oftalmología y novia de Ricardo, remataba la cuadrilla de promotores de Dinamismo Juvenil. La pareja estaba a dos meses de la boda, así que su mundo giraba en torno a los preparativos del enlace: el vestido de novia, los invitados, el restaurante… Los cuatro podían ser tremendos si se les daba un poco de cuerda, por eso no me extrañó que la primera semana que empecé a frecuentar los recovecos de La Pastora me sorprendieran con un ritual de bienvenida de lo más pringoso. Decían que era algo habitual cuando alguien nuevo se incorporaba al equipo, que no me dolería, que cerrara bien los ojos y que disfrutara de la experiencia… Como sospechaba que no iba a poder librarme, ya que desde mi llegada me lo habían advertido, sólo pedí que me retiraran mis anteojos y que fueran indulgentes porque no tenía ninguna culpa de lo que hubieran hecho mis antepasados. En la oficina de Dinamismo Juvenil me sujetaron entre los cuatro y certifico que fue Ricardo el primero en lanzarme un tartazo en plena barbilla. Los otros tres fueron a parar a la nariz, las mejillas y el ojo izquierdo. Cuando pude apartar la nata y los pegotes de bizcocho enredados en mis pestañas quise correr detrás de ellos pronunciando mentadas[2], aunque por respeto a Celina y a la madre de Fabi sólo lo hice para mis adentros. Aquello formaba parte de lo que Hugo Armenta y Celina consideraban «la construcción de un ambiente físico y humano agradable y propicio» para trabajar en grupo valores como el respeto, la confianza y fraternidad. No sé si fue la mejor forma de darme la bienvenida, pero prometí vengarme si alguna vez viajaban a España.

[1] El actor Mario Moreno ‘Cantinflas’ (Ciudad de México, 1911-1993) elevó a categoría de verbo hablar «de forma disparatada e incongruente sin decir nada», como cita la RAE.

[2] Según la Real Academia de la Lengua, ‘mentada’ es una injuria u ofensa dirigida a alguien con insultos contra su madre. Es una acción común en México, donde mentar o citar a la madre puede resultar «muy grave».

* Extracto de ‘El abismo chilango’ (‘Amarás América’. 2014, Look2print), viaje a las intimidades de México, Brasil y Bolivia narrado por el periodista Manuel Madrid. 

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